En los despachos del Gobierno no hay inquietud. Bien al contrario, se respira un ambiente de confianza y se trabaja ya, tal y como anticipó el propio Mariano Rajoy, con la vista puesta en la primera semana de agosto, en los días 2 y 3, cuando prevén que se celebre el debate de investidura. De aquí a entonces, como ha señalado este viernes la vicepresidenta en funciones, "hay margen para negociar y buscar conexiones", las que faltan para alumbrar un nuevo Gobierno y dar paso a una Legislatura que Santamaría pronostica ya como "muy colaborativa".
Nadie quiere abocar al país a nuevas elecciones y a este convencimiento se agarran en Moncloa para vaticinar que finalmente se llegará a un acuerdo, por mucho que las dos fuerzas políticas que juegan en la partida, PSOE y Ciudadanos, mantengan su rechazo a negociar sobre el documento de 55 páginas que les remitió Rajoy el pasado miércoles.
El texto es una versión reducida del programa del Partido Popular pero en la misma se ha puesto buen cuidado de recoger todos los aspectos, según explican en el Gobierno, que destacaba el Comité Federal del PSOE tras las elecciones del 20-D."Estamos abiertos a hablarlo con todos los partidos y además está diseñado de tal manera que pone el acento en aquellos elementos en los que compartimos un entorno de entendimiento", ha señalado la vicepresidenta, para quien sólo hace falta "voluntad de pacto" y disposición a "buscar puntos de encuentro" a fin de desbloquear la situación.
En Presidencia se hace hincapié en que el documento es general para precisamente no poner barreras al diálogo. Sólo descartan la posibilidad de entrar en una espiral derogatoria que tumbe las principales reformas que se pusieron en marcha en la X Legislatura y que, en opinión del Gobierno, han dado buenos resultados en términos de credibilidad, crecimiento económico y creación de empleo. Por eso, insisten en que esas reformas hay que «preservarlas» aunque no rechazan matizarlas o retocarlas.