El Político.- La crisis hospitalaria en Venezuela sigue afectando a una cantidad incontable de pacientes, entre ellos los niños con hidrocefalia, que requieren de una válvula de drenaje que los ayuda a mantenerse.
La hidrocefalia es una patología que causa una acumulación excesiva de líquido cefalorraquídeo en las cavidades del cerebro, conocidas como “ventrículos”. La válvula de drenaje permite sacar el líquido acumulado. Sin embargo, el aparato, si se consigue, no sale económico. Su costo ronda los 7 millones de bolívares, monto que ninguna de las madres de los niños que se encuentran en el cuarto piso del Hospital José Manuel de Los Ríos puede costear.
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En el lugar donde funciona el Servicio de Neurocirugía, hay más de cinco niños pequeños con hidrocefalia, algunos ya tienen válvulas, pero esperan que abran el quirófano del lugar, debido a que está en remodelación. Reseñó Efecto Cocuyo.
Wisleidy y Yirleth ya suman un mes y medio a la espera en el hospital, 45 días que transcurren desde que iniciaron los trabajos de remodelación, prometidos por el Ejecutivo para el 1 de agosto. Para mediados de septiembre, madre e hija siguen esperando en el rincón de una de las habitaciones habilitadas en el servicio de Cardiología del piso 5.
Anteriormente, ambas esperaban por la operación de cambio de válvula en el hospital Pérez Carreño, pero la escasez pudo más. “Allá no había nada. Ni válvula ni antibióticos”, asegura, “por eso me remitieron para acá”. Ni siquiera colocar el primer aparato a Wisleidy -siete meses atrás- fue fácil. Para ese momento también contó con el apoyo de una fundación, Espina Bífida.
La expectativa nunca es fácil. Lejos de Apure, Ana Rojas también está en una lista de espera para recibir una válvula para su pequeña de tres meses. Ana confía recibir la llamada de la Fundación Pequeños Guerreros y que le digan que finalmente consiguieron el aparato para operar a su hija. Sólo así podrá regresar a su vida normal después de buscar sin éxito un cupo, primero en el Hospital Militar y luego en el Pérez Carreño.
Maryeli Rodríguez y su hija María Valentina también saben lo que significa estar lejos de casa y en una espera interminable. Ambas viajaron 640 kilómetros en autobús desde el municipio Tulio Febres Cordero, en Mérida, hasta la ciudad capital. A la niña -de un año y diez meses- la válvula se le infectó. Ese aparato lo consiguieron a través de la Fundación Prepara Familia.
Al igual que otras mamás, Maryeli se mantiene a la expectativa. Solo aspira a que la espera no sea tan larga y vuelva a contar con la misma suerte que antes. Ya ha ido a fundaciones y pide que la foto de su niña se haga viral en las redes para dar con la válvula. “Quizá así algún Ministro la vea”, dice esperanzada.
La promesa de inaugurar los quirófanos aún no se cumple, por lo que el coordinador universitario del postgrado de Neurocirugía, Edgar Sotillo, indica que los galenos se han abocado a buscar soluciones por su cuenta.
“De a poco estamos mandando a los pacientes al hospital Pérez Carreño. Hablamos con un cirujano de allá y acordamos enviarle un paciente semanal”, asegura. La lista de espera se reduce lentamente mientras el tiempo sigue en contra.
Vía efectococuyo